Conociendo la Inezia tenuirostris, el atrapamoscas más pequeño de Suramérica

Dos investigadores en el bosque
Empezando la jornada de toma de datos para la investigación.
Profesor Carlos Esteban Lara y estudiantes investigadores del semillero ORNIS, facultad de biología Universidad Nacional, sede La Paz.

La madrugada del sábado cayó una intensa lluvia en Valledupar, aunque por momentos parecía ser tormenta, escampó un par de horas antes del amanecer, por lo que el despuntar de la mañana auguraba una agradable sesión de pajareo en el campus de la Universidad Nacional.

Me dirigí hacia allá para encontrarme con el profesor Carlos Esteban Lara, le había llamado el día anterior pidiéndole una oportunidad para conocer las experiencias de investigación ornitológica que adelanta junto a sus estudiantes de la facultad de biología y de inmediato me recibió con una amabilidad que no puedo pagar.

El profesor Carlos Esteban Lara es un ingeniero forestal antioqueño, cuya carrera académica ha estado ligada a las aves desde el primer momento, junto a destacados investigadores de su generación, descubrió en el año 2012 una nueva especie de cucarachero, el Thryophilus sernai, habitante de los bosques del cañón del río Cauca a su paso por Antioquia.

Tan pronto llegar al campus nos dirigimos a un relicto de bosque seco muy interesante, en el cual se han identificado varias especies de aves endémicas y con distribución restringida al bosque seco del extremo norte de Colombia, como el chamicero bigotudo (Synallaxis candei), el carpinterito canelo (Picumnus cinammomeus) y el protagonista de nuestra historia, el piojito picofino (Inezia tenuirostris).

Una especie muy curiosa y desconocida.

Ave grisácea y marrón en su nido entre vegetación.
Atrapamoscas Inezia tenuirostris en el campus de la Universidad Nacional, sede La Paz.

Este piojito, como es llamado según las convenciones de la Sociedad Española de Ornitología, es una especie de ave muy especial y desconocida; sólo habita en los bosques más secos del norte de Colombia y el noroccidente de Venezuela, en las regiones de La Guajira y Falcón, con tan sólo 5 gr, es el passeriforme más pequeño de Suramérica y, aspectos tan importantes como su ecología y su biología reproductiva, recién están siendo investigados.

El estudiante Jesús Rambaut acompañó al profesor Lara en la toma de datos de la jornada, yo los seguía mientras ellos verificaban el estado de cada uno de los 45 nidos identificados durante el estudio, algunos mostraban signos de deterioro, pero seguían protegidos por sus parentales, otros evidenciaban casos de depredación, mientras que algunos más estaban ya vacíos como resultado de una crianza exitosa. Jesús cursa IV semestre de biología y es un apasionado pajarero, desde ya orienta su interés científico hacia la ornitología y es actor fundamental en las celebraciones de observación de aves en el departamento del Cesar, siendo voluntario del Global Big Day y los censos navideños de Audubon.

La Inezia tenuirostris prefiere un arbusto de escasos dos metros de altura conocido como Vachellia tormentosa, construye un nido en forma de copa con telarañas y ramitas delgadas, su diámetro ronda los 5 cm y es tan ligero en su estructura que pareciera no estar terminado.

La hembra pone uno o dos huevitos de 1.5 cm por el lado más largo, totalmente blancos, de los cuales frecuentemente se pierde uno; empolla durante doce días y al eclosionar el pichón el período de cuidado se prolonga por cerca de doce días más. El crecimiento del pichón es muy rápido, pues nace pesando menos de medio gramo y llega hasta los 5 gr al abandonar el nido, para mantenerse en ese peso durante su adultez.

Pequeño Nido con dos huevos en un árbol
Nido de Inezia tenuirostris. La especie pone uno o dos huevos, siempre en un árbusto de Vachellia tortuosa.

Además una formidable pajareada.

Yo trataba de seguir el rápido paso de los investigadores, pero no podía dejar de aprovechar la cantidad de aves que anunciaban su presencia, además del piojito, cantaban perdices crestadas, palomitas turcutú, un bujío sobrevolaba cerca de su nido, por allá pasaba un barranquero o cantaba un albañil, por acá un gonzalito se dejaba ver y el azulejo glauco no dejaba de cantar.

Quería ver a una tangara gris de penacho rojo conocida como soldadito (Coryphospingus pileatus), no lo logré en esta oportunidad, pero ya tengo una excusa para ir nuevamente a pajarear en el campus de la Universidad Nacional, ese lifer no se me escapa.

Luego del recorrido por el bosque fuimos al laboratorio para conocer la naciente colección de pieles de aves, un ejercicio de taxidermia adelantado de manera notable por los estudiantes de biología, en el cual se observa gran naturalidad tanto en la forma de los especímenes como en el color de sus plumajes.

La infraestructura del campus aún está en construcción, por lo que se empezaron a presentar casos de colisiones de aves contra los ventanales; ante esto la comunidad universitaria resolvió aprovechar los individuos para los talleres de taxidermia e implementar estrategias para disminuir los decesos de las aves, como la instalación de cuerdas y pegatinas en los ventanales, lo cual ha ofrecido buenos resultados.

El programa de biología de la Universidad Nacional, sede La Paz, entra en su quinto año de formación, por lo que pronto se celebrará la primera promoción de biólogos en el departamento del Cesar, y la investigación ornitológica se proyecta como una de sus mayores fortalezas, gracias al compromiso de cuerpo docente y estudiantes.

JOSE LUIS ROPERO
turismo@roperoaventuras.com


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Por Jose Luis Ropero

Guía de aviturismo residente en Valledupar, Colombia. Autor del blog roperoaventuras.com y fundador de la comunidad ecologista Proyecto Ecojugando.

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