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Desde el centro del valle del río Cesar, Valledupar ejerce su influjo cultural hacia La Guajira al norte y a las sabanas del Caribe al sur, entre bosques secos, ríos, ciénagas y montañas. Nuestra ciudad es una de las principales exponentes culturales de Colombia, con el vallenato, por supuesto, entregando gran parte de la «banda sonora» y el folclor de nuestra Nación.

Valledupar es capital del departamento del Cesar desde su constitución en 1967 y una muy atractiva ciudad para los negocios, el turismo y el desarrollo de proyectos de muy diversa índole, en los sectores agropecuario, cultural y ambiental.

De sólido carácter y tradiciones, el raizal vallenato se hace notar y muestra su originalidad dentro de la diversa familia cultural caribeña colombiana. Mientras que el residente de nuevas generaciones, así como el visitante, encuentra una sociedad abierta, que le recibe y le integra con fraternal afecto.

La «capital mundial del vallenato» también es conocida como la «ciudad verde de Colombia», por su tupido arbolado urbano construido durante generaciones, por la costumbre que casi todas las familias tienen de plantar árboles frutales y frondosos en el frente de sus casas, así como en los parques y zonas comunes de la ciudad. También se le conoce como «capital nacional del mango», por la gran cantidad de frutales de esta especie que dan amplia sombra en las calles, con una gran cantidad de residentes dedicados a su recolección durante los meses de cosecha. Valledupar es una de las ciudades mejor arborizadas de Colombia, con varias organizaciones de la sociedad civil haciendo su aporte para conservar y mejorar las condiciones del arbolado urbano.

La ciudad se divide en varios sectores que se arropan en espiral uno al otro, partiendo del centro histórico y ceremonial, con los barrios del Cañahuate, La Guajira, La Garita, 9 de marzo y el Centro; luego encontramos los barrios residenciales del siglo XX y finalmente, la nueva Valledupar, de extensos barrios populares y conjuntos de apartamentos, con sus nodos de comercio descentralizados, que dan a Valledupar una vitalidad y movimiento constante, sin el agobio de las grandes ciudades.

El clima caluroso de Valledupar invita a visitar el río Guatapurí, para tomar un baño en sus limpias aguas, rodeadas de monumentos y expresiones culturales.

Datos geográficos de Valledupar.

La capital del departamento del Cesar está ubicada en el centro del valle formado por la Sierra Nevada de Santa Marta y la Serranía del Perijá, según datos del DANE, en el año 2025 la ciudad cuenta con 504000 habitantes, la zona rural de sus 25 corregimientos y veredas suma 71000 habitantes más, para un total de 575000 habitantes en el municipio. Además, el área metropolitana, conformada por los municipios de La Paz, San Diego, Manaure y Agustín Codazzi suma un total de 691000 personas.

Su evolución demográfica ha sido de un extraordinario crecimiento a partir de la segunda mitad del siglo XX. La ciudad se mantuvo con menos de 10000 habitantes durante toda su historia hasta el inicio de la gran migración del campo a la ciudad en la década de 1950; al momento de la creación del departamento del Cesar, la ciudad llegaba ya a 79000 habitantes. La mayoría de los nuevos habitantes han llegado de las zonas rurales del río Cesar, las sabanas del Magdalena y del sur de La Guajira.

La región de Valledupar ha tenido siempre una gran vocación agropecuaria, especialmente hacia la cría del ganado vacuno y la siembra de arroz; diferentes ciclos de bonanzas y caídas se han sucedido, como lo fue con el recordado cultivo de algodón. En la actualidad, el sector minero-energético tiene una relevancia de primer nivel, con las productivas vetas carboníferas del centro del Cesar.

En la ciudad las temperaturas al mediodía suelen oscilar entre 25 y 35º C, mientras que en el campo y en las zonas silvestres de la Sierra Nevada y el Perijá, se cuenta con todos los pisos térmicos tropicales, incluyendo el páramo y las nieves perpetuas.

Cuatro grupos indígenas tienen una notoria presencia en el municipio de Valledupar y representan un componente insustituible de su carácter y esencia, se trata de los pueblos arhuaco (o ijka), kankuamo, kogui y wiwa (o arzario); con sus capitales espirituales en diferentes poblaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta y muchas de sus familias residentes en la ciudad. Las negritudes vallenatas habitan las sabanas cultivables del río Cesar hasta la ciénaga de Zapatosa, con poblaciones cantantes del folclor vallenato, como Los Venados, Valencia de Jesús y El Paso.

Reseña histórica de Valledupar.

Según investigadores colombianos del siglo XX como Restrepo Tirado y Reichel Dolmatoff, las tierras de Valledupar estaban pobladas por tribus chimilas, arhuacas y tayronas, de familia lingüística chibcha; guanebucanes hacia La Guajira, tal vez de lengua arawak o caribe; y otras de lengua caribe como los tupe y yukos o yukpa.

Fundada un 6 de enero de 1550 por el conquistador Hernando de Santana, la ciudad tomó el nombre de la fiesta cristiana correspondiente a la fecha como «Ciudad de los Santos Reyes del Valle de Upar», honrando también el nombre del último cacique chimila de la zona, asesinado por Ambrosio Alfinger, recordado por sus incontables atrocidades dejadas a su paso desde las costas venezolanas, hasta su caída a flechazos en las tierras del Catatumbo, a manos de los heróicos barí.

Valledupar fue una de las primeras ciudades de Colombia. Su importancia radicaba en la producción de alimentos para Santa Marta y el interior del Nuevo Reino de Granada. En 1559 sólo aglomeraba 59 habitantes dedicados a labores ganaderas, quienes habitaban casas de paja, barro y cañabrava. En 1580 se empezó a introducir introdujo la arquitectura de estilo colonial que aún se conserva en algunas manzanas del centro histórico.

Durante el primer siglo de la ciudad, el crecimiento poblacional se basó en el asentamiento de españoles; cuentan las crónicas y documentos oficiales conservados, que a finales del siglo XVI, el gobernador Lope de Orozco hizo llegar de España 200 parejas de esposos y 200 hombres solteros, muchos de estos hicieron familia con las nativas.

A medida que la población crecía, las hostilidades entre indígenas y colonos europeos aumentaban y se hicieron constantes durante los siglos XVI y XVII. Período en el que los indígenas respondieron a las arbitrariedades de los conquistadores destruyendo la ciudade en varias ocasiones.

Sin embargo, esto no detuvo el desarrollo de nuevos núcleos urbanos. A partir del siglo XVIII se fundaron poblaciones aledañas como Los Robles (La Paz), San Diego de las Flores, Espíritu Santo (Agustín Codazzi), San Juan del Cesar, Villanueva y El Molino, hoy unidas a Valledupar por estrechas relaciones culturales, de familia y economía.

Monumentos y folclor vallenato.

En materia de folclor vallenato, nuestro libro de referencia es «Cultura vallenata, origen, teoría y pruebas», del profesor Tomás Darío Gutiérrez, por su puesto hay gran cantidad y calidad de autores de la «vallenatía», cuyas reseñas literarias continuaremos compartiendo en estas líneas, pero recomendamos estudiar la obra del profesor Tomás como primer referente teórico y documental.

En concepto de Jose Luis Ropero, el acierto de la obra del profesro Tomás Darío Gutiérrez radica en que documentó ampliamente un folclor vallenato más allá de sus expresiones musicales, y de estas últimas pudo demostrar su génesis, anterior a la llegada del acordeón.

En futuros capítulos de esta GUÍA DE TURISMO DE VALLEDUPAR, escudriñaremos a profundidad el folclor de la región vallenata, su historia cultural, sus elementos históricos, geográficos y sociológicos que devinieron en la realidad actual de Valledupar, sus cantos, sus monumentos y sus protagonistas.

Así como hay un folclor musical muy notorio, hay otro conformado por leyendas, mitos, danzas, artesanías y supersticiones. Leyendas como el milagro de la Virgen del Rosario, o la derrota del Diablo a manos de Francisco El Hombre en duelo de acordeón, nos muestran un folclor que surge de la realidad cotidiana y se va envolviendo de elementos mágicos y míticos, entregando historias de gran originalidad.

La tradición nos cuenta muchas más historias, como la sirena de Hurtado, la diosa Navova y su laguna, la guatapana, que es el pájaro carpintero grande habitante de los bosques secos vallenatos; danzas como el chicote de Atánquez, las mochilas y tejidos de lana y algodón fabricados por todas las culturas de la Sierra Nevada; los rezos y las contras, la vivienda vernácula de barro y caña brava, entre otras manifestaciones culturales, son recreadas continuamente por el vallenato raizal.

Los monumentos dan a la ciudad un invaluable acervo aportado entre otros, por escultores como Jorge Maestre, Arenas Betancur, Elsa Pignalosa, Amilkar Ariza, Manuel José Rincón y Enrique Grau. En fin, intentaremos documentar a profundidad los aportes de cada uno de nuestros maestros, músicos, pintores, escultores y gestores culturales, que dan a Valledupar su mayor valor, coronada por el Festival de la Leyenda Vallenata, por el que es reconocida en todo el mundo.

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JOSE LUIS ROPERO
Guía de turismo y gestor cultural
turismo@roperoaventuras.com