Por: José Ceferino Nieves. Inspirado en la encíclica Laudato Si, del Santo Padre, Papa Francisco, sobre el cuidado de la Casa Común; aprovecho el inicio de la Semana Mayor, reconociendo que el agua es vida y si se van las aguas, nada podremos hacer, y la vida desaparecerá del planeta tierra.
«Laudato si’, mi Signore» – «Alabado seas, mi Señor», cantaba San Francisco de Asís. En ese hermoso cántico nos recordaba que nuestra casa común es también como una hermana, con la cual compartimos la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos: «Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta, y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba».
Esta hermana clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla. La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes. Por eso, entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra, que «gime y sufre dolores de parto» (Rm 8,22). Olvidamos que nosotros mismos somos tierra (Gn 2,7). Nuestro propio cuerpo está constituido por los elementos del planeta, su aire es el que nos da el aliento y su agua nos vivifica y restaura. Comerás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella te sacaron; porque eres polvo y al polvo volverás (Gn 3,19).
Nada de este mundo nos resulta indiferente. Por eso, en esta semana de reflexión que inicia, te invito a un acto de contrición del corazón, con nuestra madre naturaleza.
Siembra lo que quieras cosechar, para tu bien y el de la humanidad. Si quieres cosechar, siembra, riega, poda y fertiliza. Si quieres mariposas en tu jardín, siembra flores. Si quieres escuchar el cantar de los pájaros, no compres jaulas, siembra árboles. Si quieres saborear la miel en tus manjares, no mates las abejas; más bien, siembra panales. La abeja está considerada el insecto más importante del planeta y ayuda a la polinización.
Este mundo está repleto de seres humanos, que quiere recoger frutos de árboles que nunca han sembrado. No es posible eliminar la pobreza, acabando con los que generan empleo y riqueza. Si quieres comunicarte, no edifiques muros, más bien, construye puentes. Tomar agua, nos dará vida, pero tomar conciencia, nos dará agua.
“El agua es la fuerza motriz de toda la naturaleza”, Leonardo da Vinci;
“La cura para todo, es siempre agua salada: el sudor, las lágrimas, o el mar”, Karen Blixen.
Sacia tu sed, el agua viva es Jesús. A la final, eres lo que bebes. La mente es como el agua, cuando se agita, es difícil de ver, pero cuando le permites asentarse… la respuesta se vuelve clara.
Deseo que en esta Semana Mayor, te conectes con tus cinco sentidos, escuches los latidos de tu corazón, y los sonidos de la naturaleza; pases una Semana Santa en paz con tu conciencia, con Dios, con tu prójimo y con la naturaleza.
A sembrar agua, porque sin agua, no podremos sembrar la yuca, el plátano, el arroz, el maíz, el aguacate, las frutas, las hortalizas y los animales que sustentan nuestra vida. Si se van las aguas, moriremos de sed y hambre.
El autor es administrador de empresas y escritor oriundo de Codazzi (Cesar), hombre polifacético, experto en emprendimiento y marketing político. Dirige la ONG Fundación Futuro del Campo. Para asesorías y adquirir sus libros puede contactarlo al WhatsApp +573157258790.