Crónica del paseo a la quebrada Batatas, en el municipio de Suárez, Tolima, realizado por los integrantes del Club de Lectura de Girardot, el día 29 de febrero de 2020. Por Bárbara León Gómez, Directora.
Madrugados con sonrisas amplias y emocionados como niños en paseo de olla de nuestros tiempos, llegamos puntuales al sitio de encuentro, 16 personas cumplimos esta cita; para algunos no represento nada esta nueva aventura del club de lectura “salir al campo”, compartir en otro espacio y tiempo con las personas con quienes nos encontramos cada sábado en la biblioteca, por eso prefirieron no ir, lo lamenté por ellos.
Era algo nuevo y emocionante, no fue que afloraran en las conversaciones mucho de los conocimientos recibidos durante las sesiones de cambio climático o calentamiento global, que obtuvimos en los conversatorio de la biblioteca, no, la experiencia era sentir cerca, muy cerca de nosotros la emoción de encontrar un paisaje verde y lleno de agua, escuchar su ruido impetuoso, oler la hierba, el palo descompuesto por el mismo ambiente que reclama su vuelta a la tierra para seguir alimentándose y dar frutos que con generosidad nos brinda, los cuales nos aprovechamos y ni las gracias damos a todo ese esfuerzo que hace la naturaleza para dárnoslo. No faltó quien pretendía que almorzáramos en sillas con cubiertos y en mesas con mantel en este paraje, o el que insistía en devolvernos al pueblo a almorzar y de allí retornar a la ciudad, sin haber disfrutado un almuerzo a la orilla de la quebrada, acompañados del sonido del agua y viendo el verde que nos rodeaba, no entendió el objetivo del paseo y se perdió la oportunidad de asomarse a un reencuentro con la naturaleza, tema del cual habíamos hablado en el club con la obra de William Ospina.
El paisaje en la mañana nos recibió gris, fresco, limpio, las aguas de la quebrada estaban revueltas, diría yo espelucadas y el paisaje desorganizado por la lluvia de la noche anterior, a medida que pasa la mañana el paisaje se va aclarando y tomando el brillo de la alegría y la felicidad, las aguas se aclaran y calman dándonos la oportunidad de ver un paisaje lleno de luz, tranquilo, los que nos metimos a la quebrada, sentimos con intensidad el frio del agua, las piedras que nos hacían caer y por lo cual reíamos como niños, conversamos metidos en el agua, como lavando sentimientos y recuerdos y descubriendo otras facetas del compañero de silla en la sala de la biblioteca; ahora era nuestro par en el agua y rodeados de vegetación, luego llegó el almuerzo solicitado con anterioridad en el pueblo, sancocho, nos supo a gloria, el hambre aunque no nos habíamos dado cuenta ya nos había cogido, encima una deliciosa cervecita y quedamos listos para otra vez meternos en la quebrada y despedirnos con algarabía–tristeza, de este rincón del mundo que nos regaló un día diferente y nos colmó de nuevas energías y esperanza de que todo mejorara. Una experiencia que deseo volver a repetir, ojalá la vida nos dé la oportunidad.

BÁRBARA LEÓN GÓMEZ
Directora Club de Lectura de Girardot.