El 10 de agosto de 2016 será recordado como el día en que se vivió la manifestación popular más espontánea, ordenada, emotiva y numerosa en la historia de Colombia; millones de ciudadanos, mejor aún, millones de familias salieron a las calles de cada pueblo y ciudad para expresar su conciencia, esa que señala a la tradición como la prueba de que el orden social no se improvisa, que las costumbres no se pueden cambiar de una generación a otra, como quien cambia de vestido o quien se pone un disfraz.
Los colombianos se han aguantado muchas injusticias, pero no van a tolerar que una agenda globalista y antinatural les imponga un nuevo modo de ejercer la crianza; basta ya de manipulaciones y relativismos, existen valores eternos y reales, los mejores de los cuales se transmiten en el seno familiar, en ese ambiente de amor y protección capaz de enseñar con claridad los principios de la naturaleza humana, la sexualidad y la vida en sociedad, sin intelectualismos baratos.
La tal llamada ideología de género es una maquinación de laboratorio que no guarda relación con los derechos de las personas que deciden convivir o establecer relaciones de amor y familia con otros de su mismo sexo, si se ha puesto sobre la palestra en muchas naciones de manera simultánea ha sido porque desde la ONU y las transnacionales de los derechos humanos, pretenden convertirla en política pública para los países de América, óigase bien, en ningún país de América Latina y el Caribe, la agenda de género ha surgido como un movimiento nacional, siempre ha sido sembrada y copiada. En este punto tiene toda la responsabilidad la clase política corrupta de los países americanos, esa que no es capaz de plantear una política nacionalista en ningún punto y que piensa que entre más nos parezcamos a Europa o Estados Unidos, seremos mejores.
¿Por qué en África, Oriente Medio, Rusia, India o el Extremo Oriente ni siquiera contemplan la posibilidad de aplicar la ideología de género u otras del mismo linaje como la legalización de las drogas? ¿Es que acaso son salvajes, discriminadores, antidemocráticos o retardatarios? No, sencillamente en esas naciones eligen ser ellos mismos y no les interesa lo que en Europa o América consideren que es mejor para la gente; si en Latinoamérica en lugar de importar políticas aplicáramos iniciativas propias, seguramente tendríamos sociedades más sanas.
¿En qué queda la Dr Gina Parody? En un país decente caen gobiernos por motivaciones de menor calado, en Colombia no esperemos que caiga ningún ministro (ni significaría algún cambio además), pero lo importante ya se hizo, hubo una demostración de fuerza política más allá del sistema de partidos, se hizo sentir el clamor popular y la agenda de género ha sufrido quizás el mayor revés en su historia. ¿Será esto un ejemplo para las organizaciones comunitarias por la defensa de la familia, la tradición y los valores nacionales en el resto del mundo? No lo sabemos por ahora, pero sí es cierto que esta agenda tendrá que ajustar seriamente su estrategia y que en el ambiente colombiano queda la sensación de que una dirección nacionalista de la sociedad, desde ella y para ella, es totalmente alcanzable.
JOSE LUIS ROPERO