Los Siete Contra Tebas, relata la historia del conflicto entre los dos hijos de Edipo, Etéocles y Polinices, por el trono de Tebas. Se cree que esta obra integró la “trilogía tebana”, cuyas dos primeras obras son Layo y Edipo, aunque no se conoce ninguna de estas. Sófocles registró genialmente, años más tarde, una parte de este mito en Edipo Rey.
La tragedia comienza cuando el rey de Tebas, Layo, manda matar su recién nacido hijo, Edipo; este es el mito más difundido de la historia clásica. El niño es salvado por un campesino y criado por el rey Pólibos y su esposa. Ya adulto, Edipo escucha del oráculo de Delfos la profecía de que mataría a su padre y se casaría con su madre; espantado, huye de su patria. En el camino se tropieza con Layo, a quien da muerte en una reyerta, sin conocer su identidad.
En consecuencia, Tebas queda sin rey y se haya acosada por el maleficio de la esfinge. El joven Edipo resuelve el enigma liberando a Tebas de su maldición, la esfinge se mata y el joven es coronado rey. Junto con la corona hereda a la reina viuda, Yocasta, en realidad su propia madre.

Durante años, Tebas sufre nuevos maleficios. El sabio Tiresias sostiene que hasta tanto no se conozca el nombre del asesino de Layo, no cesarán los males. Edipo se aboca a la tarea de desentrañar ese misterio. Mientras tanto engendra con su esposa y madre, cuatro hijos: Polinices, Etéocles, Antígona e Ismena.
Esta magnífica ironía de un asesino buscándose a sí mismo es la que relata Sófocles en Edipo Rey. La tragedia culmina cuando Yocasta, espantada por haber engendrado hijos con su propio hijo, se ahorca. Edipo, cuando se reconoce asesino de su padre y amante de su madre, se arranca los ojos y abandona Tebas. El siguiente episodio de esta tragedia, Edipo en Colono, relata el desesperado exilio de un Edipo ciego a quien conduce como lazarillo su hija Antígona.
La partida de Edipo deja a sus dos hijos varones al frente de la ciudad. Entre ambos se establece un acuerdo: reinarán alternativamente un año cada uno; deciden por sorteo quién inaugurará el ciclo, lo cual corresponde al menor, Etéocles; Polinices se casa con la hija del rey de Argos y parte de Tebas. Al cabo de un año, Etéocles se niega a devolverle el trono a su hermano, por lo que Polinices decide levantarse en armas para hacer cumplir el trato.
Inicia la guerra y continúa la tragedia
El hermano desairado suma a otros seis jefes griegos y ataca Tebas; la ciudad sitiada espera el ataque mayor de los aqueos comandados por Polinices, por lo cual Etéocles dispone que en cada almena, salida de las puertas y terrazas de las torres se sitúen sus hombres; el rey tebano se encuentra confiado y seguro de la victoria, pues el augur de su reino, descifrando el vuelo de las aves y sus certeros significados, anuncia el plan de batalla enemigo, lo cual es posteriormente confirmado por las observaciones de uno de sus espías.
Etéocles no rehúye combate, antes bien deja claro que la actitud de las mujeres tebanas, postradas ante estatuas de mármol, suplicando por la intervención de los dioses para librar a su ciudad de la esclavitud, es una vergüenza para Tebas y ruega por que los lamentos “mujeriles” no sean en el futuro la constante de su raza; asevera que el marinero, huyendo de la popa a la proa, no puede encontrar la maniobra salvadora cuando la nave forcejea ante el asalto de la ola marina, así que se dispone a combatir.

Siete grandes puertas permiten el acceso a Tebas, ahí manda Etéocles a cada uno de sus lugartenientes, a la puerta de Preto envía a Astaco; a la puerta de Electra envía a Polifontes; a la puerta de Neísta manda a Megareo; al portal de Atenea se asigna a Hiperbio; en la puerta de Bóreas queda Actor; y para la puerta de Homoloide designa a Lástenes. Pero vaya tragedia, él mismo se dirige hacia la puerta de Apolo para librar el combate final ante su hermano. Polinices hiere a Etéocles pero cae muerto en el mismo campo de batalla, su hermano conducido al interior de la ciudad, muere poco después; los invasores huyen y Creonte, hermano de Yocasta y tío de los jóvenes muertos, se hace cargo de la situación.
Antígona e Ismena acuerdan sepultar a sus hermanos junto a la tumba de su padre, pero enseguida llega un mensajero de Creonte. El nuevo hombre fuerte ordena enterrar con honores a Etéocles, al tiempo que prohíbe sepultar a Polinices, a quien declara traidor. En ese momento aparece en escena la joven y vehemente Antígona, suscitándose el episodio que Sófocles años más tarde tituló con su nombre.
Antígona se niega a obedecer las órdenes de Creonte, advierte que no dejará a los perros devorar el cuerpo de su hermano y que celebrará los correspondientes rituales funerarios: “si nadie quiere ayudarme a sepultar a éste, yo lo sepultaré y asumiré el peligro de enterrar a mi hermano, sin avergonzarme de ser desobediente y rebelde para con la ciudad”. Ismena acata las órdenes de Creonte, regresa a Tebas y en esta escena finaliza la obra.
Interpretación esotérica y platónica de la obra

Esta es la descripción que nos da Platón en el Timeo de los siete chacras o puertas de Tebas.
«Los creadores de nuestra raza ligaron el género mortal del alma al tronco y al así llamado tórax. Puesto que una parte del alma mortal es por naturaleza mejor y otra peor, volvieron a dividir la cavidad del tórax y la separaron con el diafragma colocado en el medio, tal como se hace con las habitaciones de las mujeres y los hombres. Implantaron la parte belicosa del alma que participa de la valentía y el coraje más cerca de la cabeza, entre el diafragma y el cuello, para que escuche a la razón y junto con ella coaccione violentamente la parte apetitiva, cuando ésta no se encuentre en absoluto dispuesta a cumplir voluntariamente la orden y la palabra proveniente de la acrópolis.
Hicieron al corazón, nudo de las venas y fuente de la sangre que es distribuida impetuosamente por todos los miembros, la habitación de la guardia, para que, cuando bulle la furia de la parte volitiva porque la razón le comunica que desde el exterior los afecta alguna acción injusta o, también, alguna proveniente de los deseos internos, todo lo que es sensible en el cuerpo perciba rápidamente a través de los estrechos las recomendaciones y amenazas, las obedezca y cumpla totalmente y permita así que la parte más excelsa del alma los domine».
Platón, Timeo.
Del blog prosoponetius.wordpress.com:
«La hermenéutica de un montaje.
En una obra clásica están contenidos varios niveles de interpretación, pues sus significados metafóricos, trascienden la historia relatada que siempre a lo largo de la historia de la humanidad, se repite con sus respectivas variantes. Siete contra Tebas, una tragedia de Esquilo, perteneciente a la saga Tebana, nos cuenta de una ciudad sitiada, disputada por dos hermanos que se matan entre sí. El motivo, nada original, es el gobierno de la ciudad. Con las muertes de estos hermanos hijos de Edipo, se consuma una maldición de tercera generación.
Pero lo fascinante de este tesoro teatral de la humanidad, está en su segundo nivel de interpretación, cuyo significado simbólico está sumamente claro, la ciudad es una analogía del cuerpo humano y cada una de las siete puertas de la ciudad, atacada y defendida por héroes míticos, hace en siete niveles de interpretación; una clara analogía de los siete chacras descritos en Platón, son los mismos siete puntos energéticos que precisa la cábala hebrea o los textos védicos.
El cuerpo humano es una Tebas que limita con un exterior atacante y con un interior que se defiende y se revela, este cuerpo requiere de una catarsis teatral, en el más puro sentido aristotélico, para purificarse emocional y físicamente. Hemos hecho de este montaje un rito primitivo que el público podrá presenciar, participando sensiblemente desde sus butacas. Mas advertimos que el buen teatro no garantiza comodidad, ni siquiera a los espectadores».
Carlos Danez fundador y director de Prosopon et Ius
Descargar Los Siete Contra Tebas (en PDF): opción 1 / opción 2.