Cinco Semanas en Globo, comentarios a la obra de Verne

Se vivían tiempos en los que el triunfo era de la voluntad, grandes extensiones de tierra se guardaban aún del conocimiento universal y valientes exploradores se batían entre una geografía adversa, física y humana, con el resuelto objetivo de descubrir y dar a sus naciones, la grandeza de conducir los destinos globales.

Es en esta coyuntura, donde el profesor Samuel Fergusson, avezado erudito en temas de ingeniería y navegación, viajero consumado y amplio conocedor de los ecosistemas naturales, aparece ante la Real Sociedad Geográfica de Londres para exponer su célebre discurso: «¡Excelsior!».

¡Más alto!, esa sería la clave para unir doscientos años de exploraciones europeas en África, todas a medio hacer, pese al arduo tesón de sus protagonistas. Una de las razones que motivó esta nueva empresa, fue la necesidad de conocer íntegramente las cuencas de los grandes ríos africanos, principalmente del Nilo, incógnita sin resolver desde los tiempos en que la esfinge habló en labios de Ptolomeo: «El Nilo tiene su origen en las montañas de la Luna». Un ingenio similar al de Edipo, pero contenido en tres hombres condenados a triunfar, resolvería este enigma.

En efecto, Samuel Fergusson no estaría sólo en la realización de su obra, la compañía de su «alter ego» Richard Kennedy, militar escocés oriundo de las «Highlands» y de Joseph Wilson, fiel y consagrado sirviente, daría el mejor complemento posible a la aventura.

Comienza la aventura

El viaje en globo para atravesar semejantes distancias jamás había sido utilizado, se consideraba demasiado peligroso y los retos de ingeniería, así como la exactitud de las mediciones necesarias para el éxito, eran tan extremos, que no pocos lo consideraban irrealizable y una franca temeridad.

Explorar el espiritual Tibet, fue una experiencia opotuna para que el profesor Fergusson pusiera en perspectiva sus futuros planes, desde entonces y durante dos años, se le vio realizar en el absoluto silencio de la noche, experimentos e investigaciones que le llevarían a resolver los retos técnicos del inédito viaje.

Zanzíbar, isla cercana a la costa oriental africana, fue el 18 de abril de 1862, punto de partida para la ruta que recorriendo las inexploradas fuentes del Nilo, el solitario Kilimanjaro que le sirve de preámbulo, la sábana, el implacable Sahara, el lago Chad, el Níger y finalizando en el Senegal, dio al mundo una ruta de enlace a las 129 expediciones, que daban gloria al panteón de la Real Sociedad Geográfica de Londres. El bautizo de la aeronave se dejó para el instante mismo del despegue, «¡Victoria!», gritó el profesor Fergusson, augurando éxito a su proyecto.

Sobrias fueron las provisiones con que el profesor y sus acompañantes emprendieron el viaje; confiados en la certera puntería de Dick Kennedy para la caza y en la recusividad gastronómica de Joe, los aventureros pudieron abituallarse del pródigo continente, durante sus puntuales descensos. El inventario inicial, además del lastre y pertrechos utilitarios, estaba compuesto de carne salada y desecada, galletas, té, café, aguardiente y 200 litros de agua; un ligero equipaje, típico de hombres pragmáticos.

Jules Verne, retrato por Félix Nadar
Jules Verne, retrato por Félix Nadar

Cabe observar que Verne era un hombre sin rubores a la hora de lanzar señalamientos a la población nativa de los países conquistados por Europa, en todas sus obras evidencia un lenguaje racista, pero esto no es razón para abstraerse de su lectura, la historia hay que abordarla sin complejos; si se quiere comprender los supuestos y argumentos del colonialismo, es necesario leer a Verne.

En Cinco Semanas en globo, los expedicionarios, militares, misioneros y demás personajes provenientes de Europa son representados como un faro que avanza sobre las tinieblas del salvajismo africano; sin recelo, Dick Kennedy acciona su moderno rifle de repetición, o su revólver Colt, igual sobre un nativo, que sobre una pieza de cacería.

El hecho de que nuestro tres viajeros realizaran su travesía en la prudente protección que las alturas dan contra la malaria y otros males tropicales, no significó la ausencia de peligros, de hecho, en los 36 días de viaje, Fergusson, Kennedy y Wilson, estuvieron al menos cinco veces en riesgo inminente de muerte, momentos en los que logra el autor, desenvolver su pluma con sublime habilidad, como el rescate de un misionero lazarista caído en manos de la cruel tribu Nyambara, el sofocante sobrevuelo por el Sahara, la sorpresiva lucha contra una pareja de leones o la aventura del lago Chad; África no perdona, pero estos hombres se comportaron a la altura.

Para cuando terminó «Cinco semanas en globo», Verne nunca había viajado por ese medio, ¿tal vez por el castigo paterno de no permitirle volver a viajar salvo con la imaginación? Lo haría por primera y única vez en 1873, en un vuelo con una duración de 24 minutos. Sin embargo, su titánica intuición supo mostrar el mayor realismo en cada escena y maravillar tanto a niños como adultos en su brillante lectura.

Edición recomendada: ISBN 978-84-667-1562-2. Editorial Anaya.

JOSE LUIS ROPERO - DIRECTOR
roperoaventuras@outlook.com
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Por Jose Luis Ropero

Guía de aviturismo residente en Valledupar, Colombia. Autor del blog roperoaventuras.com y fundador de la comunidad ecologista Proyecto Ecojugando.

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