Crisis alimentaria y sanitaria en El Hatillo

Salón Comunal de El Hatillo - Cesar

La implementación de una economía extractiva en Colombia ha ido en detrimento del desarrollo agrícola, a tal punto que productos otrora tradicionales como el sorgo, el trigo, el centeno y el algodón se han visto al borde de la extinción, mientras otros como el maíz, el arroz, el cacao y hasta el café están bajo amenaza.

En el Cesar este proceso de transformación económica ha devenido en una causal más de desplazamiento forzado, pues al destruirse los ecosistemas que posibilitaban el suministro de alimentos, no les queda más a las comunidades que irse o morir de hambre. El eje carbonero de La Jagua – El Paso sufre una situación así, particularmente aguda en el corregimiento El Hatillo, donde las 130 familias que continúan en el lugar se encuentran desempleadas y cercadas por explotaciones mineras que impiden el desarrollo de la vocación agrícola que durante generaciones les dio sustento.

Camino al Hatillo, una comisión de la Red Colombiana Frente a la Gran Minería Transnacional RECLAME, el Centro de Estudios del Trabajo CEDETRABAJO y el Instituto Ecojugando, pasó por El Boquerón, donde pequeños grupos de cerdos corrían frente a las puertas de quienes aún esperan una reubicación, luego por Plan Bonito, cuyo nombre irónico entristece, pues evidentemente era un plan aunque ya no lo es, las empresas extractoras han cercado y convertido a este corregimiento en un cementerio de viejas maquinas gigantes. 

Vista del corregimiento, al fondo montaña de desechos
Vista del corregimiento.

La carretera que dirige desde La Jagua hasta La Loma está dividida en dos, un primer tramo pavimentado y el resto destapado, debido a la constante ampliación que hacen las mineras según la expansión de los socavones, los cuales requieren vías para el tránsito de sus enormes “guacos”, sacar la tierra que cubre al carbón y crear montañas artificiales grises o amarillas, dependiendo de qué tan profunda haya estado. De modo que las distancias cada vez son mayores entre estos pueblos.

“Este daño lo han producido las empresas mineras, han secado el río Calenturitas, nos han quitado la tierra y la han erosionado, lo que nos ha llevado en este momento a una situación de desnutrición”.

Pero REPLAN, el grupo creado en conjunto por las empresas mineras para que se adelantar el proceso de reasentamiento, en vez de realizar su cometido, extiende cada vez más los plazos, engaña a la gente con comisiones médicas que recetan acetaminofén y omeprazol, para luego irse. Este es un truco utilizado en toda Colombia, donde las empresas mineras están obligadas a reubicar a las poblaciones afectadas por los diversos impactos que genera su actividad. Cansan a la gente con mentiras hasta que éstas se van, o las engañan con unos pocos pesos.

Entrada de la mina El Hatillo, operada por CNR

Los hatillanos no son mendigos, están exigiendo una solución al problema que las multinacionales generaron bajo la permisividad del gobierno nacional, y que con su inicua mezquindad agudizan cada día más. “Adonde llegamos encontramos el letrero -Propiedad Privada, No pase-, cuando pescamos por ahí los vigilantes nos quitan los pescados, nos tienen encerrados”, agrega Jesualdo Vega.

Otra situación que afecta a esta comunidad es la contaminación que tiene doble origen, una en el polvillo del carbón que se desprende de la explotación minera y que permanece suspendido en el aire; otra en la planta de etanol, ubicada a escasos cinco kilómetros del corregimiento, la cual no tiene planta de tratamiento para las aguas residuales del proceso de fermentación de la palma; la consecuencia son gases tóxicos y malos olores que enferman a los hatillanos, principalmente a niños y ancianos.

En definitiva, la explotación minera se constituye en fuente de progreso cuando sus utilidades se invierten también en el fortalecimiento de otros sectores productivos al interior de las comunidades, procurando que en el proceso se asegure el bienestar general.

El hatillo está en peligro de la desaparición geográfica y su gente, amenazada por el hambre, pero esto no se soluciona simplemente reubicando y llevando mercaditos, Colombia entera requiere plena soberanía para decidir cuál es el verdadero rumbo que necesita tomar: continuar dando gabelas a las multinacionales que se llevan nuestras riquezas o, tomar seriamente la reactivación del agro y de la industria, garantía de alimento y empleo para los integrantes de la nación. Entre tanto, se hace necesario denunciar estas situaciones y hacer llamados a todos los sectores y a la comunidad en general, para que juntos defendamos la vida y la dignidad de pueblos como El Hatillo, tan colombianos como usted, estimado lector citadino.

AUTORES:

MARYIS PACHECO
JOSE LUIS ROPERO
CENTRO DE ESTUDIOS DEL TRABAJO – CEDETRABAJO

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Por Jose Luis Ropero

Guía de aviturismo residente en Valledupar, Colombia. Autor del blog roperoaventuras.com y fundador de la comunidad ecologista Proyecto Ecojugando.

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