
La observación de aves mueve a más de setenta millones de personas en el mundo, cuatro quintos de ellos en Estados Unidos, Canadá y Europa occidental, aunque hay un gran auge en Iberoamérica y en Asia oriental; algo muy particular de esta afición, también llamada pajarería o birding, es que sus practicantes conforman un grupo muy heterogéneo en cuanto a edad y ocupaciones, a diferencia de otras prácticas de observación de la vida silvestre, las cuales se encuentran principalmente en manos de la academia.
Se estima que cada año cerca de 35 millones de observadores de aves viajan durante una o dos semanas fuera de sus países, encontrando como destinos predilectos a Estados Unidos, el Mediterráneo, Australia, el Caribe, la Amazonía y algunos países de África central y del sur. Dentro de este contexto, Colombia se encuentra en una situación interesante y con mucho potencial, pues es el país con mayor diversidad de aves (1904 especies descubiertas hasta 2014), presenta tasas de crecimiento para el aviturismo de más del 6% desde el 2003 y se prevé que con el fin del conflicto armado aumente el interés en conocer el territorio nacional y se afiance así este sector de la economía.

Hay cerca de 10 mil pajareros en Colombia, se trata de una comunidad pequeña pero que recientemente presenta un crecimiento dinámico, la mayoría están en la región andina y la Orinoquía, y se destacan por su organización los territorios del Valle del Cauca, Antioquia y el eje cafetero. Vale decir que el aviturismo se desarrolla plenamente en la medida en que las comunidades locales de pajareros estén preparados para compartir con los visitantes, pues resulta muy grato para el observador de aves encontrar buenos interlocutores en cada lugar adonde va.
En el Cesar hay varios grupos de observación de aves, siendo pioneros el Ecoparque Los Besotes, el semillero de investigación Archaeopteryx (Universidad Popular del Cesar) y recientemente, el Estudio de Aves Ecojugando. Además, la organización internacional Proaves tiene presencia en los páramos de Manaure, donde se encuentra la reserva natural Colibrí del Perijá.
En cuanto a los operadores turísticos se puede decir que están bien preparados en aspectos como transporte, alojamiento, variedad gastronómica y disponibilidad de destinos para observar aves, pero hay déficit de personal capacitado en el servicio de guianza; por tradición oral el campesino cesarense es buen conocedor de las aves, se necesita entonces aprovechar ese insumo local y complementarlo con las técnicas de la pajarería y las clasificaciones que la ciencia ha establecido para el estudio de las aves, empresa muy factible y de grandes prospecciones económicas para el mediano y largo plazo.
JOSE LUIS ROPERO Director Proyecto Ecojugando roperoaventuras@outlook.com
There is something exciting about bird-watching that is hard ti explain.. 🙂
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Desde mi punto de vista, no se trata únicamente de turismo y que los turistas vean pájaros, sino de que se conciencien de las maravillas de la naturaleza y que se comprometan en cuidar de ella.
Buen trabajo, Felicidades
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