El Instituto Ecojugando, comprometido con la naturaleza, la recreación y la cultura, entrega a todos ustedes la cuarta edición de nuestra revista (Clic aquí para descargar) una publicación con sentido crítico, social y actual. En este número una mirada al movimiento Dibujo Valledupar, en una jornada muy especial donde se rindió homenaje a la mujer en su mes, además del cubrimiento permanente a la actualidad social de cara a sus protagonistas. Muchas gracias por estar con nosotros. A continuación nuestro editorial
Los días de la Tierra
“Que sólo haya en el futuro días de paz y alegría para nuestra nave espacial Tierra, que sigue viajando y rotando en el frío espacio con su frágil carga de vida…”, fueron las palabras que el secretario general de la ONU U Thant pronunció el 21 de marzo de 1970 luego de hacer sonar la campana de la paz de Tokio (Japón) y establecer por primera vez en la historia, la celebración del día de La Tierra.
El origen de este acto estuvo en la mente del pacifista estadounidense John McConell, quien en 1968 propuso a la UNESCO proclamar un día destinado a fortalecer la unidad entre todos los seres humanos y el planeta.
El secretario Thant vio esta iniciat iva como una oportunidad para expresar su oposición a la guerra de Vietnam, de tal forma que el sueño del pacifista se hizo parcialmente realidad durante ese equinoccio de primavera; sin embargo ningún Estado siguió esta recomendación en los años siguientes. Lo que sí ocurrió, principalmente en Estados Unidos, fue el aumento de la oposición a la guerra, con el movimiento estudiantil a la cabeza; ante esto, el senador Gaylord Nelson propuso aplicar las técnicas de movilización contra la guerra de Vietnam a las cuestiones ambientales de su país, proclama el miércoles 22 de abril de 1970 como “Día de La Tierra” y la maniobra resulta un éxito.
Así el ecologismo irrumpe en la escena, precisamente cuando el pacifismo y los movimientos de liberación nacional ocupan la primera línea del debate en el planeta. Esta versión estadounidense del día de La Tierra es la que se impone, logrando reemplazar la celebración propuesta por la ONU, un poco incómoda para los intereses geopolíticos de las superpotencias.
Dos años después se lleva a cabo en Estocolmo (Suecia) la “Cumbre de La Tierra”, 113 Estados participan en ella, llegando a una conclusión unánime “si los recursos naturales no permiten extender a todo el mundo el nivel de desarrollo occidental, no es porque el desarrollo sea una meta imposible, sino porque el modelo occidental es inadecuado”. Se decide la creación del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), que tendrá sede en Nairobi (Kenya) y se programa una segunda cumbre de La Tierra para… Diez años después.
Esta segunda cumbre pasa sin pena ni gloria, al punto que ni siquiera se prevé la realización de una tercera; pero la crisis ambiental se acentúa, el cambio climático se hace cada vez más evidente y el tema termina por hacerse más recurrente en la agenda política de las naciones; es en este contexto donde surge el famoso y ambiguo concepto del “desarrollo sostenible”.
Gro Harlem Bruntland acuñó este nuevo término, aunque su buena fe no impidió su utilización como fundamento propagandístico del aparato financiero internacional para nuevas modalidades de negocio como los bonos del carbono y la llamada economía “verde”, puesta en práctica a partir del Protocolo de Kyoto (leer artículo “El Protocolo de Kyoto o 15 años de Ambientalismo Light”).
Hoy la acción ciudadana por la conservación de la naturaleza está más vigente que en cualquier otra época, bien vale la pena entonces, mirar (y por qué no reivindicar) un poco más los orígenes de esta labor, principalmente cuando son las guerras el principal generador de la destrucción ambiental que pone en riesgo a todas las especies del planeta. ¡Feliz Mes de La Tierra!