Anécdotas del sueño llamado Escuela Ambiental

Estudiantes en la Escuela Ambiental del Cesar

Los primeros años fueron de mucho  sacrificio, la poca gente que llegaba sólo lo hacía por curiosidad,  dando opiniones y queriendo cambiar el concepto, yo veía que los visitantes no disfrutaban lo poco que había y que pedían lo que no había. Con el paso de los años los colegios  comenzaron a visitar, a cambio de la entrada los niños tenían que tomar una piedra y ponerla en los caminos para irle dando forma.

El primero en visitar la Escuela Ambiental fue el INSTPECAM, en los talleres de este colegio se comenzó hacer la rueda pelton, siendo rector Gustavo claro y el profesor Ramón Iguera, esta rueda se hizo con la intención de producir energía limpia (hidráulica), la famosa rueda dio vuelta por toda la escuela, nunca produjo energía  y terminó como base en la construcción de “El Tahmajalito” sobre una gran roca y que ha sido la delicia de los niños.

Todos los días me acostaba pensando cómo hacer para que el proyecto fuera auto sostenible fue cuando me  llego a la cabeza la famosa idea de hacerle al programa un trasporte diferente para llevar a los niños  desde las escuelas hacia la escuelita ambiental; así comenzó la idea de hacer una carreta tirada por dos caballos, fue cuando visite al compadre Hernán ariza y le comente, y como él ha sido siempre mi alcahueta me dijo: “hagámosla”, ¿pero la plata dónde o quién la tiene? y él jocosamente me dijo: “usted no la tiene pero los demás sí”.

Nos tocó desmenuzar en una hoja el diseño de la carreta y luego pedirle a la comunidad para hacerle a los niños dicha carreta; ya teníamos la mano de obra asegurada pues mi compadre era un soldador , pensador, calculador y gestionador de   primera. Pedimos en los aserraderos, talleres, almacenes, ferreterías y todos sin excepción nos colaboraron, es  más nos sobro material; una abuela que había cambiado los rines de su camioneta Chevroler Luv, nos dijo: “yo les regalo los riñes y cuando la carreta este echa el compromiso es que me den un paseo por toda la costa”; un arquitecto nos regalo el tren delantero de su camioneta, mi amigo Wiston Duglas nos regalo el tren trasero y en  tres meses ya la carreta estaba lista con lujo de detalles incluyendo techo de palma.

Carreta de la Escuela Ambiental del Cesar.

¿Y ahora cómo hacer para  conseguir los dos caballos? Hablamos con intercediera con una altruista empresaria de Valledupar, la llevamos a la Escuela Ambiental y le explicamos el sueño de la carreta, ella en seguida me dijo: “me apunto cuente conmigo, busque los caballos y los compramos”.

Así fue como la escuela tuvo su transporte para llevar a los niños desde las jaulas de clase hacia un sitio  de libertad pedagógica, donde los niños cuando llegan no quieren salir ya que nosotros no concebimos una educación ambiental en jaulas y menos en un tablero.

Lamentablemente hoy vemos a los niños, el  futuro  del mañana, sin ánimo de investigar y de  aprender. Cómo es posible que tengamos unos padres locos por entregarles sus hijos a unos profesores anquilosados es sus enseñanzas; unos docentes locos por regresar los niños a sus padres; unos niños esperando el viernes para no ir al colegio; unos padres que no quieren que llegue el viernes para no tener esos niños en sus casas; y unos profesores que no quieren que llegue el lunes ¡Dios que locura!

OLMAR QUINTERO SANGUINO – FUNDADOR ESCUELA AMBIENTAL DEL CESAR.

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Por Proyecto Ecojugando

Comunidad ecologista fundada en Valledupar por Jose Luis Ropero.

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